De ellos, 11.300 fueron atendidos directamente en los puntos de acogida de la provincia. La ausencia de empleo o contar con un trabajo cuyos ingresos no cubren las necesidades básicas deja en situación de exclusión moderada a muchas familias.

Cáritas Diocesana de Ourense hace balance de la atención prestada el año pasado, y detalla que fueron un total de 24.927 las personas se han beneficiado de sus distintos tipos de ayudas. De ellas,11.338 recibieron acogida en los 36 puntos situados por las distintas parroquias. Desde Cáritas, destacan que por segundo año consecutivo estas cifras tienden a estabilizarse.

Dichas ayudas han sido posibles gracias a la colaboración de 443 voluntarios, 117 socios y un equipo compuesto por 38 técnicos. Junto a las donaciones de enseres, aportaciones económicas voluntarias y espontáneas de particulares; además, de la colaboración económica de diferentes fundaciones e instituciones privadas.

Cáritas Diocesana de Ourense sigue una línea de continuidad en sus proyectos, y para ellos ha establecido un modelo de financiación responsable. En 2014 la inversión total alcanzó 1.682.572,37 euros, de los cuales la mayor parte (543.766,51 euros) ha sido destinada a programas específicos de atención a la mujer, menores o colectivo gitano; así como al comedor social (498.913,26 euros).

Del total de personas atendidas, un 41,7% fueron parejas con hijos (un 41% contaban con hijos menores y un 21% con mayores de edad conviviendo en el hogar familiar por falta de recursos para emanciparse), un 26% eran personas solas y un 18% familias monoparentales.

La mayoría, un 94%, se encuentran en edad laboral. Además, el 69% está en situación de “activo desempleado”, es decir, disponible para un empleo; y el 49% de los mismos llevan más de 2 años en paro. Por su parte, un 28% de las personas atendidas contaba con ingresos de algún trabajo, pero insuficientes para cubrir sus necesidades básicas. Y el 42% no contaba con ningún tipo de recurso económico.

En cuanto a la formación de las personas atendidas, un 39% cuenta con estudios primarios o carece de estudios. Y más de la mitad de la muestra se sitúa en el primer tramo de edad laboral (hasta 44 años), de los cuales un 29% no ha completado sus estudios.

Del total de personas atendidas casi el 60% son mujeres; aunque se ha incrementado el número de hombres, sobre todo mayores de 30 años y menores de 44, con más de un año en paro. Así mismo, las dificultades de integración social se multiplican en dos segmentos de edad, y en relación con la vida laboral: los jóvenes (entre 16 y 35 años) y los mayores de 55 años.

El 26%, en situación de exclusión moderada

En general, una persona padece exclusión moderada cuando experimenta dos o tres de los 35 parámetros del Indicador Sintético de Exclusión Social. El 26% de los atendidos por Cáritas Ourense en 2014 se hallan en esta situación, ya que unen dificultades a nivel económico (tienen ingresos de menos de 400 euros), dificultades laborales, no tienen empleo y/o estabilidad laboral, que los instala continuamente en la incertidumbre y no pueden hacer frente a todas las necesidades básicas; su nivel de formación es medio-bajo y no está finalizado.

A nivel de vivienda un número significativo (el 17%, según datos del Observatorio de la Realidad Social 2014) tienen como forma de convivencia “otros tipos de familia”, que alude al alquiler de habitaciones en vivienda compartida, para así poder hacer frente a los gastos fijos de manera grupal.

Retraso en las ayudas sociales
Además, desde Cáritas destacan que de las 11.338 personas atendidas en toda la Diócesis, un 75% “pasó antes por los Servicios Sociales públicos”, ya que han agotado el derecho a prestaciones debido a encontrarse durante un período demasiado largo en situación de desempleo.

Ante esta situación la única opción de estas familias son las prestaciones de rentas mínimas, pero el tiempo medio en los Servicios Sociales municipales para concretar una cita es de 25 días y el de respuesta efectiva tras la misma de 90 días.

Los hogares más expuestos a la exclusión social siguen siendo los encabezados por un desempleado joven (hasta los 44 años) que lleva más de un año en paro, con cargas familiares, fundamentalmente hijos menores, con formación básica, y con una red de apoyo familiar y social débil.